jueves, 17 de octubre de 2013

La pérdida

 Cuando perdemos un ser querido , no hay consuelo, horrible si se trata de una enfermedad, aunque en esos casos nos da tiempo de adaptarnos a esa perdida, o al menos tener la oportunidad de despedirnos de esa persona.Cuando sucede de repente, el dolor ahoga ,es punzante como una lanza que se clava a nivel del esternón, se queda allí clavado y no hay consuelo para dejar de sentirlo, se olvida unos segundos si nos concentramos en otra tarea, pero vuelve y piensas que nunca se ira de allí y que si esa lanza se saca de golpe, el vacío que va a quedar va a ser tan enorme que incluso pides que siga clavada. 
Cuando sabes que esa persona no tenía que morir, todavía aparecen sentimientos más fuertes, rabia, miedo,.El dolor de espalda es tremendo, dicen que la espalda es el saco de las emociones, toda la tensión se convierte en dolor físico, también es probable que al bajarnos las defensas enfermemos, molestias de cualquier tipo.

Por la noche te acuestas pensando en la situación y te levantas de la misma forma, acordándote de su rostro, preguntando lo que sufrió, culpabilizándonos por no habernos despedido, por no haberle protegido, sufriendo por los otros que también sufren y preguntándonos como podremos vivir con esta angustia, con este dolor, con tanta incertidumbre.
Solo aspiras a algo de paz cuando piensas que descansaremos un poquito si se sabe la verdad, es necesario, aunque nunca volverá con nosotros, de un plumazo nos destrozan a todos los que la queríamos.Nos marcan, no nos devolverán las navidades, ni los recuerdos que nunca serán recuerdos.Pido a Dios que nos dé la fuerza para seguir...

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