lunes, 3 de junio de 2013

Nobleza de corazón

Los rosales vivían felices. Sin duda, estaban cuidados con esmero y amor.
Junto a uno de ellos, crecían también unas florcitas de color amarillo, muy bonitas.
Un día, el jardinero las noto decaídas…
-¿Qué sucede?-les pregunto.
Una de ellas respondió:
-Pues está claro, las rosas son admiradas por su belleza, en cambio nosotras, tan insignificantes, nadie percibe nuestra existencia, eso nos pone tristes-.
Entonces el jardinero replicó:
- Yo las quiero y valoro tanto como a los rosales, deben aceptarse como son, no olviden que son únicas en este lugar.
Vivan felices también ustedes-
Y a partir de ese día, ya no volvieron a sentirse tristes, y crecieron más, y fueron apreciadas por todos los que visitaban el jardín.

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