jueves, 29 de enero de 2015

De lo que escuches...la mitad creas

LAS CRITICAS Y LOS CHISMES.
Siembra un chisme y recogerás una cosecha de pesares.
El chismoso escucha una pequeña brisa y la convierte en un ciclón.
Contar un chisme es como arrojar barro a una pared limpia. Tal vez no se quede pegado, pero siempre dejará una mancha.
No creas la mitad de lo que escuchas y no repitas la mitad de lo que crees.
Cuando escuches un comentario insidioso, quítale la mitad,luego un cuarto, y no digas nada del resto.
Ojo con la verdad a medias; es posible que hayas recibido la mitad equivocada.
El rumor es la cosa más flotante que hay. Es muy fácil hacerlo flotar, pero muy difícil hundirlo.
Decir chismes es un delito que la ley no castiga.
La única diferencia entre el calumniador y el asesino está en que el primero mata la reputación en lugar del cuerpo.
La lengua criticona recibe órdenes de un ojo inexperto, de una mente irreflexiva y de un corazón ingrato.
Al echarle tierra a los demás, lo único que hacemos es ensuciarnos las manos.
Vale la pena recordar que las moradas del Cielo no se edifican con el barro que arrojamos a los demás.
Si uno acepta que no es perfecto, no anda criticando a los demás por sus errores; pero si uno se cree muy bueno entonces comienza a criticar a los demás

miércoles, 28 de enero de 2015

El alma del ser humano (I.V.)

EL VENDEDOR DE GLOBOS.
. Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestos de venta de cuanta cosa bonita uno pudiera imaginarse.
Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacían hacer pruebas y cabriolas.
También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos y juguetes para que los chicos gastaran allí los pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus cumpleaños, o pagándoles trabajitos extras.
Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Los tenía de todos los colores y formas. Había algunos que se distinguían por su tamaño. Otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido, o extraño.
Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos.
Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó.
Como estaba lleno de aire muy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza. El cielo estaba clarito, y el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo hacia el cielo, empujado lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquella hora. El primer niño gritó:
-¡Mira mamá un globo!
Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus chicos o a sus más cercanos. Para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al cielo.
Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que un tropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que su papá o su mamá le comprara un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos, consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, y que eran muchos.
Porque realmente tenía globos de todas formas, tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire.
Había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos, miraba con tristeza todo aquello. Parecía como si una honda angustia se hubiera apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo.
El pequeño movió la cabeza negativamente, y se rehusó a tomarlo.
-Te lo regalo, pequeño, le dijo el hombre con cariño, insistiéndol para que lo tomara.
Pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandes ojos tristes, hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo.
Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que era entonces lo que lo entristecía. Y el negrito le contestó, en forma de pregunta:
- Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que sube tan alto como los otros globos de colores?
Entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, que nadie había comprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:
- Haz tú mismo la prueba. Suéltalo y verás como también tu globo sube igual que todos los demás.
Con ansiedad y esperanza, el negrito soltó lo que había recibido, y su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente lo mismo que habían hecho los demás globos. Se puso a bailar, a palmotear, a reírse de puro contento y felicidad.
Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecita enrulada, le dijo con cariño:
- Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni el color, sino lo que tiene adentro.
El niño sonrió con satisfacción y agradeció al vendedor y marchó saltando, para confundirse con los muchachos que coloreaban el parque en aquella soleada tarde.
El vendedor de globos le acababa de enseñar una bella lección de fraternidad: no es el cuerpo, ni el color, ni la raza, ni tampoco la posición social, ni la religión o las apariencias… es lo que está dentro de cada uno lo que le hace subir

lunes, 26 de enero de 2015

Puentes (I.V)

PUENTES...
Los puentes son como ciertas personas:
Su importancia se valora cuando ya no están, o cuando están rotos y no se los puede usar.......
Existe una cantidad impresionante de puentes:
Cortos y largos, anchos y estrechos, seguros e inseguros, caros y económicos.....
Todos tienen sin embargo, algo en común:
Sirven para unir dos orillas......
Atravesándolos, uno siente que, de algún modo, lleva un mensaje al otro lado......
También las personas estamos llamadas a ser puentes, para facilitar el encuentro, para superar aflicciones, para estimular el perdón......
Hacer de puente a veces cuesta, pero cuando da resultado, la gratificación es grande......
Quiero ser para ti como un puente sobre el río...
Del lado de acá está tu hoy..... Del lado de allá tu mañana......
Entre los dos lados, el río de la vida, a veces sereno, a veces turbulento, a veces traicionero y a veces profundo y revuelto......
ES NECESARIO ATRAVESÁRLO....
No soy Dios ni pretendo jugar a ser Dios..
Sólo Él puede llevarte con seguridad al otro lado......
Pero yo quiero ser el puente que haga más fácil la travesía......
Si crees que no es bueno pasar sólo, usa mis hombros...
Si se balanceara, no tengas temor...Dios me ha colocado en tu camino para ayudarte a cruzar el río......
No dudes en utilizarme, y cuando llegues, déjame, si quieres......
Si, me entiendes bien, déjame donde estoy. Otros han pasado por medio de mi, igual como tu pasaron......
Pero quiero que continúes tu marcha......
Soy tu puente para muchas travesías de la vida, pero si al puente le cargas de peso es posible que se rompa y haya que volverlo a arreglar.


miércoles, 21 de enero de 2015

LOS TRES CONSEJOS.(I.V.)


Una pareja de recién casados eran muy pobres y vivían de los favores de las gentes de un pequeño pueblo. Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:
"Querida voy a irme de nuestra casa por un tiempo, buscaré un empleo y trabajaré hasta que haya ganado el suficiente dinero como para regresar y poder darte una vida más cómoda y digna. 
No se cuanto tiempo voy a estar lejos de ti, solo te pido una cosa, que me esperes y me seas fiel. Por mi parte, yo prometo serte fiel.
Así, que el joven camino varios día, hasta que al fin encontró un hacendado que estaba necesitando un ayudante para su hacienda. El joven se ofreció para trabajar y fue aceptado.
Pero decidió hacer un pacto con su jefe:
Déjeme trabajar por un tiempo y cuando crea que es tiempo de irme, usted me liberará de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario, quiero que lo ingrese en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya. Entonces en ese momento usted me dará el dinero que yo haya ganado.
Se pusieron de acuerdo y aquel joven trabajo durante veinte años, sin vacaciones, ni descanso.
Transcurrido ese tiempo se acerco a su patrón y le dijo:
Jefe, ya es hora de regresar a mi casa, quiero que me entregue mis ahorros, saldré mañana muy temprano.
El patrón estuvo de acuerdo, pero antes de cumplir con su parte del pacto, le hizo una propuesta:
Yo puedo darte tu dinero y tú te vas, o puedo darte tres consejos y no te doy el dinero y te vas. 
Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.
El pensó durante dos días, con muchas dudas porque se trataba de mucho dinero, pero como respetaba a su patrón y lo consideraba un gran sabio y sabía que lo amaba como a su propio hijo, finalmente no dudo y le dijo: "Quiero los tres consejos"
El patrón le recordó: "Si te doy los consejos, no te doy el dinero.". Si, si, lo sé, pero quiero los consejos.
EL patrón entonces le aconsejo:
1. “Nunca tomes atajos en tu vida”. Los caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.
2. “Nunca seas curioso de aquello que represente el mal”. La curiosidad por el mal puede ser fatal.
3. “Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor”. Puede que te arrepientas toda la vida.
Después de darle los consejos el patrón le dijo al joven:
"Aquí tienes tres panes”, dos para comer durante el viaje y el tercero es para comerlo con tu esposa cuando llegues a tu casa.
Después de veinte años fuera de su casa, el hombre comenzó el largo recorrido para regresar con su familia.
Cuando había realizado el primer día de viaje, encontró una persona después de saludarlo le pregunto adonde iba. El le respondió: Voy a un pueblecito muy distante que queda a más de veinte días de caminata por este camino.
El hombre le dijo entonces: Este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegaras en pocos días. El se puso contento y comenzó a caminar por el atajo, pero de pronto se acordó del primer consejo.
“Nunca tomes atajos en tu vida”. Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.
Entonces salió de aquel atajo y volvió a seguir su camino. 
Dos días después se enteró que otros viajeros que habían tomado el atajo habían sido asaltados, golpeados y les robaron todo lo que tenían. Ese atajo conducía a una emboscada.
Después de algunos días de viaje, ya muy cansado, encontró un pequeño hotel y pensó en pasar allí la noche. Era ya muy tarde y al llamar una mujer le abrió la puerta y le atendió.
Después de tomar un baño se acostó a dormir. Pero de madrugada se despertó asustado al escuchar un grito aterrador.
Se dirigió hasta la puerta para ir al lugar de donde procedía el grito, pero cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo.
“Nunca seas curioso de aquello que represente el mal”. La curiosidad por el mal puede ser fatal.
Así que regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de desayunar, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado un grito y el le contesto que si lo había escuchado. El dueño le pregunto:
si no había sentido curiosidad y él le contesto que no. A lo que el dueño les respondió: Usted ha tenido suerte en salir vivo de aquí, pues en las noches nos acecha una mujer con crisis de locura, que grita horriblemente y cuando el huésped sale a enterarse de lo qué está pasando, lo mata y luego desaparece.
El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.
Después de muchos días y noches de caminata, cuando ya atardecía, vio entre los árboles el humo que salía de la chimenea de su pequeña casa. Se acercó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. 
Aunque estaba anocheciendo, se dio cuenta de que ella no estaba sola. Se acerco un poco más y vio que ella tenía sobre su regazo la cabeza de un hombre al que acariciaba los cabellos.
Cuando vio aquella escena, su corazón se lleno de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiro profundo, apresuro sus pasos, cuando de pronto recordó el tercer consejo. 
“Nunca tomes decisiones en momentos de odio y dolor”. Puede que te arrepientas toda la vida.
Entonces se paro y reflexiono, decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Después de haber descansado, decidió volver con su patrón, pero antes quería decirle a su esposa que él siempre le había sido fiel.
Se dirigió a la casa. Cuando su esposa abrió la puerta y lo reconoció, lo abrazó fuertemente, pero él con lágrimas en los ojos, le reprochó que no le hubiera sido fiel y que lo hubiera traicionado con otro hombre.
Ella sorprendida le respondió: Yo jamás te traicione, te fui fiel durante todos estos veinte años. 
Y entonces, le pregunto: ¿quien es ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?
Y ella le contesto: Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. 
Entonces el marido entro, abrazo a su hijo y les contó toda su historia, mientras la esposa preparaba la cena. 
Finalmente se sentaron a comer el último pan, tal como le había encargado el patrón. Después de dar gracias por los alimentos, partió el pan y al abrirlo, se encontró con todo el dinero que había ganado durante los veinte años que trabajo para su patrón.

MUCHAS VECES CREEMOS QUE LOS" ATAJOS " NOS AYUDAN A LLEGAR MAS RÁPIDO, LO QUE NO SIEMPRE ES VERDAD...... MUCHAS VECES SOMOS CURIOSOS, QUEREMOS SABER DE COSAS QUE NI NOS DAN RESPETO Y NO NOS TRAEN NADA BUENO... OTRAS VECES REACCIONAMOS MOVIDOS POR EL IMPULSO, EN MOMENTOS DE RABIA, Y DESPUÉS NOS ARREPENTIMOS.....
RECORDEMOS QUE TODO ES BUENO EN LA VIDA SOLO HAY QUE SABERLO APROVECHAR.

lunes, 19 de enero de 2015

Tu vida y tú (I.V.)



Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después....Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces después de tener otro.
Luego nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que seremos más felices cuando crezcan y dejen de ser niños, después nos desesperamos porque son adolescentes, difíciles de tratar.
Pensamos: seremos más felices cuando salgan de esa etapa.
Luego decidimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando consigamos el ascenso, cuando nos retiremos.
La verdad es que . NO HAY MEJOR MOMENTO PARA SER FELIZ QUE AHORA MISMO.
Si no es ahora, ¿cuándo? La vida siempre estará llena de luegos, de retos.
Es mejor admitirlo y decidir ser felices ahora de todas formas
No hay un luego, ni un camino para la felicidad, la felicidad es el camino es AHORA. ATESORA CADA MOMENTO QUE VIVES, y atesóralo más porque lo compartiste con alguien especial; tan especial que lo llevas en tu corazón y recuerda que EL TIEMPO NO ESPERA POR NADIE.
Así que deja de esperar hasta que termines la Universidad, hasta que te enamores, hasta que encuentres trabajo, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que se vayan de casa, hasta que te divorcies, hasta que pierdas esos diez kilos, hasta el viernes por la noche o hasta el domingo
por la mañana; hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que justamente ÉSTE PARA SER FELIZ .........
LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO.
TRABAJA COMO SI NO NECESITARAS DINERO,... AMA COMO SI NUNCA TE HUBIERAN HERIDO,Y BAILA ............... COMO SI NADIE TE ESTUVIERA VIENDO.

jueves, 15 de enero de 2015

El silencio



Si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, entonces no hables. Hay un tiempo para callar, igual que hay un tiempo para hablar.
El tiempo de callar debe ser el primero cronológicamente; y nunca se sabrá hablar bien, si antes no se ha aprendido a callar.
El hombre es más dueño de sí mismo cuando guarda silencio: cuando habla parece derramarse y disiparse por el discurso, de forma que pertenece menos a sí mismo que a los demás. Es de un hombre desentido común hablar poco y decir siempre cosas razonables. El silencio es necesario en muchas ocasiones, pero siempre hay que ser sincero; se pueden retener algunos pensamientos, pero no debe disfrazarse ninguno. Hay formas de callar sin cerrar el corazón; de ser discreto, sin ser sombrío y taciturno; de ocultar algunas verdades, sin cubrirlas de mentiras.
Hay un silencio prudente, cuando se sabe callar oportunamente. El silencio artificioso calla para sorprender, bien desconcertando a quienes nos declaran sus sentimientos sin darles a conocer los nuestros, bien aprovechando lo que hemos oído y observado sin haber querido responder de otro modo mediante maneras engañosas.
Existe también el silencio complaciente que consiste no sólo en aplicarse en escuchar sin contradecir, a quienes se trata de agradar, sino también en darles muestras del placer que sentimos con su conversación o con su conducta; de modo que las miradas, los gestos, todo supla la falta de la palabra para aplaudirles. Es un silencio inteligente cuando en el rostro de una persona que no dice nada se percibe cierto talante abierto, agradable, animado e idóneo para reflejar, sin la ayuda de la palabra, los sentimientos que se quieren dar a conocer. Es por el contrario un silencio estúpido cuando, inmóvil la lengua e insensible el espíritu, toda la persona parece abismada en una profunda taciturnidad que no significa nada.
El silencio aprobatorio consiste en el consentimiento que uno da a lo que ve o a lo que oye.
El silencio de desprecio no se digna a responder a quien nos habla o que espera que opinemos sobre el tema, y mirar con tanta frialdad como orgullo todo lo que viene de su parte. El silencio político es el de un hombre prudente que se reserva y se comporta con circunspección, que jamás se abre del todo, que no dice todo lo que piensa, que no siempre explica su conducta; que, sin traicionar los derechos de la verdad, no siempre responde claramente, para no dejarse descubrir.
El silencio de humor es el de cuyas pasiones sólo se animan según la disposición o la agitación del humor que domina.

lunes, 12 de enero de 2015

LA VIDA...

¿CÓMO ESTAS MIRANDO LA VIDA HOY?
Se cuenta la historia de gemelos idénticos: uno lleno de optimismo que a menudo solía decir: ¡Todo está saliendo color de rosas! y el otro, un pesimista triste y sin esperanza que de continuo esperaba que sucediera lo peor.
Los padres preocupados por los gemelos los trajeron a un psicólogo, con la esperanza de que él pudiera ayudarlos a balancear sus personalidades.
El psicólogo sugirió que en el próximo cumpleaños de los gemelos, los padres los pusieran en habitaciones separadas para abrir sus regalos.
-Denle al pesimista los mejores regalos que puedan comprar -les dijo el psicólogo- , y al optimista una caja de estiércol.
Los padres hicieron como se les dijo.
Cuando miraron a hurtadillas al gemelo pesimista, lo escucharon quejarse:
-No me gusta el color de este juguete. ¡Apuesto a que este juego se va a romper! No me gusta jugar a este juego. ¡Conozco a alguien que tiene uno mejor que este!
Atravesando de puntilla el pasillo, los padres miraron a hurtadillas y vieron a su hijo optimista, que con alegría tiraba al aire el estiércol. Se estaba riendo mientras decía:
- ¡No puedes engañarme! ¡Donde hay tanto estiércol, tiene que haber un caballo!
¿Cómo estas mirando la vida hoy? ¿Cómo un accidente que está esperando por suceder, o una bendición a punto de ser recibida?
La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo. Ellos hacen lo mejor de las cosas



jueves, 8 de enero de 2015

No hay más ciego...

La lámpara del ciego
Había una vez, hace muchos años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En un determinado momento, se encuentra con un amigo.
El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
Entonces, le dice: 
- ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves...
Entonces, el ciego le responde:
- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. No la necesito. Me conozco de memoria las calles de la ciudad aun en la mayor oscuridad.
Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí.