lunes, 29 de abril de 2013
El ciervo
Mirándose un ciervo en el cristal de una fuente, complacíase de su gallarda cornamenta, y veía a la vez disgustadísimo la delgadez de sus piernas, que iban a perderse dentro del agua. “¡Cuan desproporcionadas son mi cabeza y mis pies! Decía, contemplando dolorido su propia imagen. Supera mi cerviz a los más altos matorrales; pero las piernas no me honran. ” En esto pensaba, cuando un perro le hace correr busca refugio, dirigiéndose a la selva: sus cuernos, incómodo ornato, le detienen a cada paso y embarazan los buenos servicios de sus ágiles piernas, a las que fía su salvación. Desdícese entonces, y reniega del obsequio anual con que le favorece el cielo.
Anteponemos lo bello a lo útil; y lo bello nos daña muchas veces. Aquel ciervo fatuo criticaba sus piernas, que tan provechosas le eran, para encomiar los cuernos, que le servían de estorbo.
Mirándose un ciervo en el cristal de una fuente, complacíase de su gallarda cornamenta, y veía a la vez disgustadísimo la delgadez de sus piernas, que iban a perderse dentro del agua. “¡Cuan desproporcionadas son mi cabeza y mis pies! Decía, contemplando dolorido su propia imagen. Supera mi cerviz a los más altos matorrales; pero las piernas no me honran. ” En esto pensaba, cuando un perro le hace correr busca refugio, dirigiéndose a la selva: sus cuernos, incómodo ornato, le detienen a cada paso y embarazan los buenos servicios de sus ágiles piernas, a las que fía su salvación. Desdícese entonces, y reniega del obsequio anual con que le favorece el cielo.
Anteponemos lo bello a lo útil; y lo bello nos daña muchas veces. Aquel ciervo fatuo criticaba sus piernas, que tan provechosas le eran, para encomiar los cuernos, que le servían de estorbo.
El secreto
Nada pesa tanto como un secreto: es una carga que abruma al sexo débil: y, en esto, conozco a muchos hombres que son mujeres también.
“¡Santos Cielos! ¿Qué es esto? ¡No puedo más! ¡Voy a reventar! ¡Ay! ¡He puesto un huevo!
-¿Un huevo?
-Sí, ahí lo tienes: aún esta caliente. No lo digas a nadie: me llamarían gallina.”
La mujer, ignorante en esta y otras muchas cosas, lo creyó, y puso a todos los dioses por testigos de la solemne promesa que hizo de callarse; pero los juramentos se desvanecieron justamente con las tinieblas nocturnas. Apenas rayó el día, dejó el lecho la indiscreta esposa, y corrió a buscar a la vecina:
“¡Ah, comadre! le dijo, ¡Si supieras lo que pasa! No me descubráis, porque lo pagaría yo: mi marido ha puesto un huevo tan grueso como el puño. ¡Por Dios guardad bien el secreto!
-¿Os burláis? Contesto la comadre: no sabéis quién soy yo. Id descansada.”
Y volvió satisfecha a su casa la habladora.
Ardía la otra en deseos de esparcir la novedad, y en seguida corrió a contarla de casa en casa; pero en lugar de un huevo, dijo tres. Y no quedaron en tres, porque otra comadre, habló de cuatro, refiriendo al caso oído, precaución excusada, porque ya no era un secreto para nadie. Y gracias a la pública voz y fama, fue creciendo el número de los huevos, y antes de acabar el día, eran ya más de ciento.
Nada pesa tanto como un secreto: es una carga que abruma al sexo débil: y, en esto, conozco a muchos hombres que son mujeres también.
“¡Santos Cielos! ¿Qué es esto? ¡No puedo más! ¡Voy a reventar! ¡Ay! ¡He puesto un huevo!
-¿Un huevo?
-Sí, ahí lo tienes: aún esta caliente. No lo digas a nadie: me llamarían gallina.”
La mujer, ignorante en esta y otras muchas cosas, lo creyó, y puso a todos los dioses por testigos de la solemne promesa que hizo de callarse; pero los juramentos se desvanecieron justamente con las tinieblas nocturnas. Apenas rayó el día, dejó el lecho la indiscreta esposa, y corrió a buscar a la vecina:
“¡Ah, comadre! le dijo, ¡Si supieras lo que pasa! No me descubráis, porque lo pagaría yo: mi marido ha puesto un huevo tan grueso como el puño. ¡Por Dios guardad bien el secreto!
-¿Os burláis? Contesto la comadre: no sabéis quién soy yo. Id descansada.”
Y volvió satisfecha a su casa la habladora.
Ardía la otra en deseos de esparcir la novedad, y en seguida corrió a contarla de casa en casa; pero en lugar de un huevo, dijo tres. Y no quedaron en tres, porque otra comadre, habló de cuatro, refiriendo al caso oído, precaución excusada, porque ya no era un secreto para nadie. Y gracias a la pública voz y fama, fue creciendo el número de los huevos, y antes de acabar el día, eran ya más de ciento.
jueves, 25 de abril de 2013
HISTORIA DE LA VERDAD
La verdad existía; era limpia,
pura y transparente, razón por la cual pocos la veían. Un día, en los jardines
del Olimpo, se encontró con La Duda; caballero apuesto, inquieto, emprendedor,
un tanto obeso y de piernas cortas. Tan pronto la vio, se quedó prendado de su
hermosura y deseó poseerla. Cupido que andaba por los alrededores disparando
flechas, sin ver La Verdad, le atinó al corazón, y entonces, ella se enamoró de
la actitud suspicaz de La Duda.
Pasaron algunos días y La Verdad
y La Duda, bajo el hechizo de Cupido, contrajeron matrimonio. Al comienzo fueron
felices, pero por La Duda que todo lo dudaba… poco a poco La Verdad fue
entristeciéndose y pasaba todo el tiempo sola. Un día, conoció a La Mentira;
ágil, suspicaz y atrevida, y casi sin darse cuenta, La Verdad se hizo su
amante. La Mentira le narraba cuentos increíbles que parecían verdades y esto
la divertía.
Pero una tarde, La Duda, que todo
lo sospechaba, los encontró en la cama.
La Mentira, sorprendida, voló
ágil a la ventana para escapar y proteger su vida; pero terca, tozuda y pérfida
como toda Mentira, volviose a La Verdad y delante de La Duda
exclamó:"¡Volveré por ti"!
Entonces, La Duda, desconfiada y
recelosa, cortó en pedazos a La Verdad y los esparció por toda la tierra para
que nunca más nadie pudiese poseerla entera. Desde entonces, todos llevamos por
dentro un trozo de verdad, algo de mentira y mucho de duda.
miércoles, 24 de abril de 2013
LA ZANAHORIA, EL HUEVO Y EL CAFÉ
Un acólito preguntaba a su
maestro acerca de la vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No
sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencido.
Estaba cansado de luchar. Parecía
que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su maestro, lo llevó a la cocina
del monasterio.
Allí llenó tres ollas con agua y
las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba
hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última
colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
El alumno esperó impacientemente,
preguntándose qué estaría haciendo su sabio maestro.
A los veinte minutos apagó el
fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los
colocó en otro plato.
Finalmente, coló el café y lo
puso en un tercer recipiente.
Mirando a su extrañado alumno le
dijo: "¿qué ves?" -"Zanahorias, huevos y café" fue su
respuesta. Le hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias.
Lo hizo y notó que estaban
blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de sacarle
la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. El
aprendiz sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma y humildemente preguntó:
"¿Qué significa esto?"
El maestro explicó que los tres
elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían
reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua
fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto
débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara
fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su
interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después
de estar en agua hirviendo, habían transformado al agua.
"¿Cual eres tú?", le
preguntó. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres
una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te
tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con
un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte,
una separación, o un problema te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves
igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El
café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua
llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el
grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que
las cosas a tu alrededor mejoren.
martes, 23 de abril de 2013
EL SABIO
Cierta vez un hombre decidió
consultar a un sabio sobre sus problemas. Luego de un largo viaje hasta el
paraje donde aquel Maestro vivía, el hombre finalmente pudo dar con él:
-Maestro, vengo a usted porque
estoy desesperado, todo me sale mal y no se que más hacer para salir adelante.
El sabio le dijo:
-Puedo ayudarte con esto...¿sabes
remar ?
Un poco confundido, el hombre
contestó que sí. Entonces el maestro lo llevó hasta el borde de un lago, juntos
subieron a un bote y el hombre empezó a remar hacia el centro a pedido del
maestro.
-¿Va a explicarme ahora cómo
mejorar mi vida? -dijo el hombre advirtiendo que el anciano gozaba del viaje
sin más preocupaciones.
-¡Sigue, sigue! -dijo éste- que
debemos llegar al centro mismo del lago
Al llegar al centro exacto del
lago, el maestro le dijo:
-Arrima tu cara todo lo que
puedas al agua y dime qué ves...
El hombre, pasó casi todo su
cuerpo por encima de la borda del pequeño bote y tratando de no perder el
equilibrio acercó su rostro todo lo que pudo al agua aunque sin entender mucho
para qué estaba haciendo esto. De repente, el anciano lo empujó y el hombre
cayó al agua. Al intentar salir, aquel tomó su cabeza con ambas manos e impidió
que el hombre llegara a la superficie.
Desesperado, el hombre manoteó,
pataleó, gritó inútilmente bajo el agua hasta que casi a punto de morir ahogado
el sabio lo soltó y le permitió subir a la superficie y luego al bote. Al
llegar arriba el hombre, entre toses y ahogos le gritó:
-¿Usted está loco?...¿no se da
cuenta que casi me ahoga ?
Con el rostro plácido, el maestro
le preguntó:
-¿Cuándo estabas abajo del agua
en qué pensabas?, ¿qué era lo qué más deseabas en ese momento?
-¡En respirar por supuesto!
-Bien, cuando pienses en
triunfar, con la misma vehemencia con la que pensabas en respirar, en ese
momento y no antes estarás preparado para triunfar..."
lunes, 22 de abril de 2013
EL ESPEJO
A la vuelta de un viaje de
negocios, un hombre compró en la ciudad un espejo, objeto que hasta entonces
nunca había visto, ni sabía lo que era. Pero precisamente esa ignorancia lo
hizo sentir atracción hacia ese espejo, pues creyó reconocer en él la cara de
su padre. Maravillado lo compró y, sin decir nada a su mujer, lo guardó en un
cofre que tenían en el desván de la casa. De tanto en tanto, cuando se sentía
triste y solitario, iba a "ver a su padre".
Pero su esposa lo encontraba muy
afectado cada vez que lo veía volver del desván, así que un día se dedicó a
espiarlo y comprobó que había algo en el cofre y que se quedaba mucho tiempo
mirando dentro de él.
Cuando el marido se fue a
trabajar, la mujer abrió el cofre y vio en él a una mujer cuyos rasgos le
resultaban familiares pero no lograba saber de quién se trataba. De ahí surgió
una gran pelea matrimonial, pues la esposa decía que dentro del cofre había una
mujer, y el marido aseguraba que estaba su padre.
En ese momento pasó por allá un
monje muy venerado por la comunidad, y al verlos discutir quiso ayudarlos a
poner paz en su hogar. Los esposos le explicaron el dilema y lo invitaron a
subir al desván y mirar dentro del cofre. Así lo hizo el monje y, ante la
sorpresa del matrimonio, les aseguró que en el fondo del cofre quien realmente
reposaba era un monje zen.
CIELO E INFIERNO
En aquel tiempo, dice una antigua
leyenda china, un discípulo preguntó a su maestro: - Maestro, ¿cuál es la
diferencia entre el cielo y el infierno?
Y el maestro respondió:
- Es muy pequeña, y sin embargo
de grandes consecuencias. Vi un gran monte de arroz cocido y preparado como
alimento. En su derredor había muchos hombres hambrientos casi a punto de
morir. No podían aproximarse al monte de arroz, pero tenían en sus manos largos
palillos de dos y tres metros de longitud. Es verdad que llegaban a coger el
arroz, pero no conseguían llevarlo a la boca porque los palillos que tenían en
sus manos eran muy largos. De este modo, hambrientos y moribundos, juntos pero
solitarios, permanecían padeciendo un hambre eterna delante de una abundancia
inagotable.
Y eso era el Infierno.
Vi otro gran monte de arroz
cocido y preparado como alimento. Alrededor de él había muchos hombres,
hambrientos pero llenos de vitalidad. No podían aproximarse al monte de arroz
pero tenían en sus manos largos palillos de dos y tres metros de longitud.
Llegaban a coger el arroz pero no conseguían llevarlo a la propia boca porque
los palillos que tenían en sus manos eran muy largos. Pero con sus largos
palillos, en vez de llevarlos a la propia boca, se servían unos a otros el
arroz. Y así acallaban su hambre insaciable en una gran comunión fraterna,
juntos y solidarios, gozando a manos llenas de los hombres y de las cosas, en
casa.
Y eso era el cielo
viernes, 19 de abril de 2013
Nunca
Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tu has hecho lo que querías en tu vida. Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tú siempre has de ganar.
No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente. Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos morirán.
Aprende a nacer desde el dolor, y a ser más grande que el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tú mismo eres tu destino.
Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
TÚ eres parte de la fuerza de tu vida; ahora despiértate, lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.
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La caña y el roble
El viento soplaba en grandes ráfagas. Las espigas de trigo se tendían bajo los golpes de la borrasca. Los esbeltos árboles de la selva se inclinaban humildemente, y los animales corrían en busca de refugio. El estruendo del viento cantaba entre las copas de los árboles, fustigaba la superficie del estanque de los lirios, trocándola en espuma, y daba vueltas a las anchas y lisas hojas de las plantas acuáticas.
Pero el viejo roble seguía erguido c inmutable en el linde del bosque y no se doblaba bajo la furia de la tormenta.
—¿Por que no te inclinas cuando el viento golpea tus ramas9 —preguntó la esbelta caña—. Yo sólo soy una frágil caña. Me balanceo con cada ráfaga.
Desdeñosamente, el roble replicó:
—¡Bah, eso no es nada! Las tormentas que he soportado y vencido son innumerables.
La tormenta lo oyó y sopló furiosamente. El luminoso zigzag de un relámpago rasgó la oscuridad del cielo, y la lluvia azotó con fuerza el ramaje del poderoso roble. Pero el árbol resistió impasible.
Por fin, pasó la tempestad, asomó el sol por encima de una nube, sonrió a la Tierra que estaba allá abajo y volvió a reinar !a calma.
Entonces, salieron del claro los leñadores, blandiendo sus hachas v cantando alegremente. Iban a talar el gigantesco roble.
Éste se mantuvo erguido con firmeza, recibiendo valerosamente los golpes, cuando la filosa hoja del hacha lo hería. Luego, al balancearse su enorme tronco, profirió un terrible gemido y se desplomó con estruendo atronador. Los leñadores le cortaron las ramas, lo ataron y se lo llevaron del bosque, donde había estado en pie durante tantos años.
La esbelta caña, firme y erecta en su sitio, suspiró con lástima.
—¡Qué desgracia! —exclamó—. ¡Pobre roble! ¡Éramos tan buenos amigos!
jueves, 18 de abril de 2013
Y en Abril la Esperanza...
El día se alegra y los campos de flores se colman,
Llegó la primavera que la sabia y la sangre altera,
Ya viene el estío, y la fresca con el santo rocío.
Bien hace el que poda en Febrero,
Pero mejor hace el que poda en Marzo,
En Abril sólo poda el ruin y el perezoso,
Que Marzo es ventoso y Abril es lluvioso...
Elige el día de la semana para empezar,
Y a Julio convidas para igual iniciar.
Si es año bisiesto con Enero haces igual,
Mas Diciembre te gustó para terminar.
Abril, corazón de mil en mil cogollos,
Coles, lechugas y retoños y repollos...
Brotes que a sus hijos ya están pariendo,
Capullos que en otoño deleitan el aliento.
Mas, cuídate de la niebla de Abril,
Que se llevará el pan, el vino y el barril.
Pues de Abril en Abril, uno es bueno entre mil,
Deseado por lluvioso, pero temido por vil.
Y a ti que tan cerca te siento, Amor mío,
Ven a mis brazos y siéntate en mi regazo,
Que esta noche bajo la brisa y el rocío,
Tu cuerpo desnudo será parte del mío...
Ven, entona y recítame la dulce canción,
Que acaricia y enternece a mi corazón,
Al que remontas con tu suave armonía,
Al día que por primera vez fuiste mía...
Y tú que te fuiste y también me cantabas,
Susurra a mis oídos con tu hermosa voz,
Cántame en Abril como en todo el año
Los consejos y los regaños que me dabas.
El gusano y el escarabajo
Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas.
El escarabajo era consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.
El gusano era muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.
Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano.
- ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano?
A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.
- ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?
Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.
Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.
Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.
El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba.
En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.
Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.
El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las conversaciones con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.
El escarabajo aprendió varias lecciones ese día. La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo.
También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitaciones propias ni las ajenas.
Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él.
El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.
Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.
miércoles, 17 de abril de 2013
martes, 16 de abril de 2013
Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga?
En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta.
Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros.
Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse.
Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores.
Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie.
Es tu decisión escoger el disponer de ciertos lujos y ventajas que siempre van unido a congojas,
o vivir un poco más austeramente pero con más serenidad.
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